Las relaciones de pareja son una de las áreas de nuestra vida más apasionantes y satisfactorias y, al mismo tiempo, más complejas. Porque tener una relación de pareja no suele ser precisamente coser y cantar… (aunque nos lo hagan creer en las películas y series). Quizás al principio sí, en la fase de enamoramiento, pero antes o después habrá que «currárselo» para que la relación perdure y lo haga en buena forma, es decir, siendo saludable y gratificante para ambas personas.

Hay ciertos básicos que no son negociables, y que deberían estar presentes en toda relación, al margen de si es una relación de unas horas o de muchos años. La presencia o no de estos básicos, determina que una relación sea sana y enriquecedora o que, por el contrario, sea inadecuada o tóxica. Vamos a verlos a continuación:

  1. Amor propio y dependencia afectiva sana: para poder estar bien en una relación (y, ante todo, elegir bien con quién nos queremos vincular), es importante primero conocerme a mí mismo/a para saber cuáles son mis miedos, dificultades, fortalezas, anhelos, líneas rojas… y, dentro de lo posible, atender yo mismo/a mis propias necesidades. Obviamente, no voy a poder cubrir por mí misma/o todas mis necesidades (somos seres sociales y, por tanto, en parte dependemos de los demás), pero es importante que tenga recursos para poder mantener mi independencia emocional (además de la sexual y económica). Sentirnos personas plenas y valiosas por nosotras mismas, es fundamental para desarrollarnos en pareja en una relación madura y sana.
  2. Reciprocidad: se refiere a que haya cierto equilibrio entre lo que doy y lo que recibo de la otra persona. No se trata de forzarme a dar, ni de exigir que la otra persona me de (porque así no va a funcionar a largo plazo), tampoco de pretender un equilibrio perfecto (por ej: hay personas que son más afectuosas, otras que prefieren hacer favores…), sino más bien de ser consciente de que mi comportamiento puede incidir en el bienestar y la satisfacción de la otra persona y que, en la medida en que corresponda a la otra persona, esto supondrá un beneficio para mí y para la relación. El equilibrio en las relaciones permite que la reciprocidad se convierta en un intercambio espontáneo.
  3. Buena comunicación y resolución de conflictos: en toda relación van a surgir desencuentros y dificultades, ya que en ella confluyen dos personas con diferentes historias, personalidades, formas de experimentar la vida, etc. y que, por tanto, en muchas ocasiones no van a coincidir en el mismo punto. Aprender de estas diferencias y reparar el vínculo cuando se vea afectado, es lo que va a permitir a una relación consolidarse y madurar. Por esto, es importante saber dialogar sobre lo que para cada uno es importante y sobre lo que nos gustaría recibir de nuestra pareja, comunicar cómo nos sentimos, poder llegar a acuerdos… Y, más importante aún: tendremos que saber escuchar, entender y atender (en la medida en que sea coherente para nosotros/as) las necesidades de nuestra pareja.
  4. Honestidad: para que una relación perdure, tiene que haber honestidad entre las partes. Es decir, que cada uno/a muestre quién es, sin engañar, sin ocultar. La sinceridad y la honestidad son las que permitirán que poco a poco se vaya afianzando el lazo que mantiene unidas las relaciones: la confianza. Confianza en que tú eres quien muestras ser, confianza en que no me vas a dañar, confianza en que a tu lado puedo ser yo y sentirme a salvo. No significa que tengamos que compartir absolutamente todo con la otra persona, ya que salvaguardar nuestro espacio de intimidad es fundamental. Se trata de compartir aquello que puede afectar a la otra pesona y/o a la relación, y atravesar juntos las dificultades que vayan apareciendo.
  5. Empatía: la empatía no puede faltar en ninguna de nuestras relaciones y, mucho menos, en nuestras relaciones de pareja. Consiste en ser capaz de conmoverme con su dolor e ilusionarme con sus alegrías. Se trata de dar importancia a lo que para la otra persona es importante, poniendo en valor sus emociones, sus decisiones, sus ideas, su manera de ser… Consiste en tratar de entender los porqués que movilizan a esa persona. Y, por supuesto, la empatía consiste en respetar ese derecho tan preciado que es la libertad personal.

Aclaraciones finales:

* En toda relación es probable que, en algún momento, alguno de estos elementos no se cumpla al 100%; lo que realmente importa es con qué intensidad y frecuencia esto sucede. Si se da de manera aislada, y después se ponen en marcha las habilidades necesarias para observar lo que ha pasado, se asume la parte de responsabilidad que cada uno/a ha tenido, y se trata de reparar el daño ocasionado con la firme decisión de aprender del error, no supondría mayor problema. El problema real surge cuando esta es la manera habitual de relacionarse, sin que exista consciencia de problema, y sin tratar de sustitur las interacciones tóxicas por otras más amables. En esos casos, la mejor alternativa sería que cada quien siga su camino por separado. Esto también es cuidar y cuidarse.

* Por último: el mejor termómetro para saber si estás construyendo una relación sana, consiste en chequarte a ti mismo/a y preguntarte: ¿cómo me siento la mayor parte del tiempo con respecto a esta relación? ¿Con calma y seguridad, o con preocupación? ¿Con alta o con baja autoestima? ¿Con apatía y ganas, o con apatía y frustración?

Un abrazo grande,

Ainara

Kumara

Writer & Blogger

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